No sé si habrá en la Tierra , naturaleza tan extraña que exprese tan en silencio su belleza, como la Patagonia.
Mientras ellos, callados se desplazaron libremente por las rústicas huellas, ni siquiera las sombras proyectaban sus siluetas por temor a romper esa simetría extraña que dibuja el desierto.
Los salvajes vientos golpeaban en medio de tanta quietud, castigando a las mesetas, como queriendo arrasar a los fantasmas de esos perfiles dormidos.
La inmensidad se pierde tras el horizonte y no se encuentra, en esos rumbos, a nadie, dispuesto al diálogo. La Patagonia es aún hoy -eso, una extensión enorme con unas pocas almas calladas, sumergidas en el letargo de los tiempos, como queriendo así mantener intacta la simpleza, la virginal inocencia de su suelo desnudo.
En aquella época no se podía intuir el progreso. La población y lo que precariamente se podía llamar civilización era escasa, solo un grupo de colonos galeses, algunos españoles y aborígenes, edificaban sus sueños en el Valle inferior del Río Chubut, con esperanzas, aún entre ellos, eran hondos los silencios.
A veces el suelo estéril abre sus infinitas bocas y deja penetrar la lluvia en su interior. Un olor a tierra mojada se huele a centenares de kilómetros y los matorrales espinosos, beben juiciosamente, sorbo a sorbo la bienhechora humedad, sin exceder los límites, como para no romper la composición de colores propios del lugar.
En los extremos del día y la noche los espejismos se combinan, se agigantan las distancias y los pedregales desbastados se impregnan de una película opaca, como los ojos desorientados de Ivarnes y Antonina.
La luz se aferra a la solidez de los gigantes, los crepúsculos mueren lentamente, suspirando apenas, como para no ahuyentar a los espectros, internándose pausadamente bajo el tallo de la noche.
La fuerza del vendaval se ordena en ciclos, pero la intensidad de su espíritu inquieto es constante, lleva en su corriente una emoción sustentada en el álgebra secreta del universo y la geometría que describen frente a los ojos de los viajeros está plagada de polvo, como un magnetismo ejercido desde el centro del cosmos…y ellos sienten que no pueden huir de él.
Norma.-17/07/11.-