Con los pies prisioneros de las sombras
esclavo de las noches
en los latidos de un otoño gris,
huye la inocencia vestida de harapos.
El cielo se deshoja
ante la mirada pétrea
de niños que se van
explorando en la aurora
secretos de amor
que puedan redimirlos del desamparo.
Soñadores...
de universos apretados
y alondras ariscas en las manos,
son un bajel herido
intentando zarpar de la escacez.
Con frecuencia los golpea el viento
y a veces los mima la ternura.
Son arillos de entretiempo
latiendo en la soledad
que los persigue indiferente.
¡Baya crueldad!
Norma Saleski.-